martes, 31 de marzo de 2020

Día Vigesimosexto


Oración Inicial (Papa León XIII)

U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

T: Amén

U: A Ti bienaventurado José

T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.

Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.

Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.

Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.

Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.


Meditación del día

Decía el apóstol San Pablo, cuando empezó a conocer el tesoro de la verdad, de gracia y de gloria que se encierra en Jesús, que no quería saber otra cosa que a Jesús, y a Jesús crucificado, y rogaba al Señor que se hiciese conocer por todos los cristianos para que no amasen más que a Él y en Él sólo viviesen por la caridad, convencidos de que, conociendo a Jesús, no amarían, como Él, más que a Jesús. ¡Bendito Patriarca San José!, qué lejos estoy yo de abrigar los sublimes deseos del apóstol, deseos comunes a todos los patriarcas y profetas, que no pensaban en otra cosa, exclamando: ¡Lloved, cielos, al Justo; ábrase la tierra y aparezca el Salvador! Y es que aunque está muy cerca de mí y me llama cariñosamente, y me brinda con su cariño, no lo veo ni lo amo. Despierta, piadoso protector mío, en mi corazón un deseo vehementísimo de conocer a Jesús, para que venga a mi alma y la inunde de gracia y despierte en ella un amor tan intenso, que nunca pueda vivir sin Jesús. ¡Qué dichoso sería yo si, como tú, tuviera siempre a Jesús en mi compañía y escuchara sus divinas inspiraciones y gozara de sus celestiales caricias! Haz que conozca a Jesús para que siempre lo ame y nunca jamás me separe de Él.

Haz, ¡Bendito San José!, que mi alma se deleite en el amor de Dios y en el deseo de conocerlo. Amén.


Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:


Oración final para cada día

U: Glorioso Patriarca San José,

T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.

(Hacer la petición)

U: Nuestro bien amado Padre,

T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.


Jaculatorias finales

U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.

U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.

U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.

U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.


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